June 11, 2010

Shell y la destrucción de Nigeria


La empresa Royal Dutch Shell PLC anunció el martes que derramó aproximadamente 14.000 toneladas de petróleo crudo en los arroyos tributarios del delta del río Niger el año pasado y culpó a los ladrones y a los extremistas por el daño al medio ambiente.

La cantidad de petróleo derramado por la subsidiaria de Shell en Nigeria fue más del doble de la cantidad que fue derramada en el delta en el 2008 y el cuádruple de lo derramado en el 2007, lo que subraya el agravamiento de la situación que viven las grandes petroleras en Nigeria, informó AP.

El gigante petrolero sufre ataques constantes de extremistas que toman como blancos los oleoductos, han secuestrado a empleados de la firma petrolera y han combatido a soldados gubernamentales desde el 2006. Su director general incluso ha insinuado que la empresa ya no puede contar con Nigeria como un país rentable, a pesar de contar con una presencia de medio siglo en esa nación africana.

Shell culpó de la mayoría de los derrames del año pasado a dos incidentes: uno provocado por ladrones que dañaron un pozo en su campo de Odidi, y otro donde extremistas bombardearon el oleoducto Trans Escravos.

En total, unas 13.900 toneladas fueron derramadas en los pantanos, pero Shell indicó que tuvo la capacidad de recuperar casi 10.000 toneladas del combustible.

El Universal.

La multinacional petrolera angloholandesa Shell se sienta desde mañana en el banquillo en un tribunal de Nueva York para responder de una acusación sin precedentes: dos demandas acusan a la compañía de complicidad en los abusos cometidos contra los derechos humanos del pueblo ogoni de Nigeria, uno de los países donde operaba.

Ejecuciones sumarias, torturas, detenciones ilegales o tratamiento inhumano son algunos de los delitos de cuya complicidad se acusa a la compañía. Y, entre las ejecuciones sumarias, figura una célebre: la del poeta y activista medioambiental Ken Saro.

El fundador del Movimiento para la Supervivencia del Pueblo Ogoni (MOSOP en inglés) fue ahorcado por el Gobierno del dictador Sani Abacha el 10 de noviembre de 1995 junto a ocho de sus compañeros. Todos ellos habían llevado a cabo una campaña no violenta para denunciar la destrucción de su ecosistema y modo de vida a resultas de la producción petrolera.

Público.

We reached the edge of the oil spill near the Nigerian village of Otuegwe after a long hike through cassava plantations. Ahead of us lay swamp. We waded into the warm tropical water and began swimming, cameras and notebooks held above our heads. We could smell the oil long before we saw it – the stench of garage forecourts and rotting vegetation hanging thickly in the air.

The farther we travelled, the more nauseous it became. Soon we were swimming in pools of light Nigerian crude, the best-quality oil in the world. One of the many hundreds of 40-year-old pipelines that crisscross the Niger delta had corroded and spewed oil for several months.

Forest and farmland were now covered in a sheen of greasy oil. Drinking wells were polluted and people were distraught. No one knew how much oil had leaked. "We lost our nets, huts and fishing pots," said Chief Promise, village leader of Otuegwe and our guide. "This is where we fished and farmed. We have lost our forest. We told Shell of the spill within days, but they did nothing for six months."

The Guardian

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