Los convoyes de ayuda humanitaria con escolta armada que se han enviado a Goma y Rutshuru en los últimos días no son una respuesta adecuada a la crisis humanitaria que asuela la región de Kivu Norte, en la República Democrática del Congo (RDC), afirma Médicos Sin Fronteras (MSF).
Puede que el objetivo de los convoyes sea mejorar el acceso de la ayuda humanitaria, pero en realidad, al ser escoltados por tropas de la ONU que han participado en los recientes combates, existe el riesgo de que reduzcan el acceso a las poblaciones necesitadas. “Existe el riesgo de que las organizaciones humanitarias se vean manipuladas por actores políticos y militares y que se les vincule con una de la partes en conflicto”, declara Anne Taylor, coordinadora general de MSF en Goma.
También existe el peligro de que los convoyes de ayuda con escolta militar crean una confusión entre asistencia humanitaria y acción política o militar. MSF recalca la necesidad de mantener esta crucial distinción en la volátil región de Kivu.
“MSF asiste a todas las personas sin discriminación”, añade Anne Taylor. “Gracias a nuestra neutralidad, los equipos de MSF pueden ir allí donde la gente necesita nuestra asistencia y no allí donde nos dicen que tenemos que ir. MSF trabaja sin escolta armada”.
No sólo los convoyes armados suponen un peligro, si no que su asistencia limitada no llega a grandes zonas afectadas por el conflicto y donde se han producido importantes desplazamientos de población. Es urgente que la ayuda se amplíe y se generalice.
La reciente escalada de violencia en Kivu Norte ha puesto a RDC en el mapa internacional, pero el sufrimiento de la población de esta región no es nuevo. Durante años, los equipos de MSF han sido testigos de repetidos y generalizados desplazamientos de población en todo Kivu Norte.
El acuerdo de alto el fuego firmado en enero no consiguió poner fin a su sufrimiento. Las hostilidades que estallaron a finales de agosto no hicieron más que exacerbar un ya muy largo conflicto.
El conflicto en la región de Kivu va más allá de Goma y de Rutshuru. Durante las últimas semanas, cientos de miles de personas han huido en diferentes direcciones. A MSF le preocupa muy especialmente la gente en las áreas en torno a Rutshuru, Kayna, Nyanzale y Masisi, que necesitan de forma apremiante agua, alimentos, atención sanitaria y suministros básicos.
Se requiere tanto una solución política como una respuesta humanitaria adecuada. Una no puede sustituir a la otra ni deben mezclarse la acción humanitaria y la política. Hacerlo pondría en peligro la neutralidad de las organizaciones de ayuda y comprometería su capacidad de operar en lugares controlados por las partes en el conflicto.
A pesar de la inseguridad reinante, MSF sigue trabajando en ciudades afectadas por los enfrentamientos como Rutshuru, Kayna, Masisi, Kitchanga, Mweso y Minova. En toda la región, la organización está tratando a heridos de guerra, a pacientes de cólera y proporcionando atención sanitaria así como agua limpia y artículos de primera necesidad a los desplazados y residentes locales.
Puede que el objetivo de los convoyes sea mejorar el acceso de la ayuda humanitaria, pero en realidad, al ser escoltados por tropas de la ONU que han participado en los recientes combates, existe el riesgo de que reduzcan el acceso a las poblaciones necesitadas. “Existe el riesgo de que las organizaciones humanitarias se vean manipuladas por actores políticos y militares y que se les vincule con una de la partes en conflicto”, declara Anne Taylor, coordinadora general de MSF en Goma.
También existe el peligro de que los convoyes de ayuda con escolta militar crean una confusión entre asistencia humanitaria y acción política o militar. MSF recalca la necesidad de mantener esta crucial distinción en la volátil región de Kivu.
“MSF asiste a todas las personas sin discriminación”, añade Anne Taylor. “Gracias a nuestra neutralidad, los equipos de MSF pueden ir allí donde la gente necesita nuestra asistencia y no allí donde nos dicen que tenemos que ir. MSF trabaja sin escolta armada”.
No sólo los convoyes armados suponen un peligro, si no que su asistencia limitada no llega a grandes zonas afectadas por el conflicto y donde se han producido importantes desplazamientos de población. Es urgente que la ayuda se amplíe y se generalice.
La reciente escalada de violencia en Kivu Norte ha puesto a RDC en el mapa internacional, pero el sufrimiento de la población de esta región no es nuevo. Durante años, los equipos de MSF han sido testigos de repetidos y generalizados desplazamientos de población en todo Kivu Norte.
El acuerdo de alto el fuego firmado en enero no consiguió poner fin a su sufrimiento. Las hostilidades que estallaron a finales de agosto no hicieron más que exacerbar un ya muy largo conflicto.
El conflicto en la región de Kivu va más allá de Goma y de Rutshuru. Durante las últimas semanas, cientos de miles de personas han huido en diferentes direcciones. A MSF le preocupa muy especialmente la gente en las áreas en torno a Rutshuru, Kayna, Nyanzale y Masisi, que necesitan de forma apremiante agua, alimentos, atención sanitaria y suministros básicos.
Se requiere tanto una solución política como una respuesta humanitaria adecuada. Una no puede sustituir a la otra ni deben mezclarse la acción humanitaria y la política. Hacerlo pondría en peligro la neutralidad de las organizaciones de ayuda y comprometería su capacidad de operar en lugares controlados por las partes en el conflicto.
A pesar de la inseguridad reinante, MSF sigue trabajando en ciudades afectadas por los enfrentamientos como Rutshuru, Kayna, Masisi, Kitchanga, Mweso y Minova. En toda la región, la organización está tratando a heridos de guerra, a pacientes de cólera y proporcionando atención sanitaria así como agua limpia y artículos de primera necesidad a los desplazados y residentes locales.
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